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Alberto Miralles fue un hombre íntegro y valiente, amigo de
sus amigos, su pluma ágil y brillante no tenía precio, prueba de ello es
que no se dejó seducir jamás ni por el poder ni por el capital. 
En 1980 recibió una Beca de la Fundación Juan March, lo
cual no fue obstáculo para que 20 años más tarde escribiera la obra que
nos ocupa. Este no fue ni de lejos el caso de otros autores, que por el
hecho de haber recibido becas, premios, ayudas, etc... de la Fundación
Juan March, padecieron amnesia durante el resto de sus vidas.
El último dragón del Mediterráneo es la adaptación teatral de un excelente y
minucioso trabajo de investigación sobre Juan March, y en consecuencia sobre los males del
capitalismo, y sobre los hechos y los errores, que llevaron a este país a la guerra civil. 
Si en un símil comparamos a la guerra civil con una hoguera, nos encontraremos,
que quién le prendió el fuego fue precisamente Juan March, después hubo otros que echaron
más leña, pero el pirómano fue March. Este hecho no pasó desapercibido para Alberto
Miralles, por ello, y ocultando al protagonista de su obra bajo el seudónimo de “José Mercán”
(es decir J.M. de Juan March) lo convierte en el principal responsable de la contienda, eso sí,
siempre detrás del telón y del humo de sus cigarros habanos.
Juan March se autoproclamó “el último pirata del
Mediterráneo” al finalizar la I Guerra Mundial, gracias a los tesoros
que había acumulado con el contrabando de tabaco, armas, víveres,
petróleo y también a sus actividades de espionaje. En este sentido son
muchos los que consideran “El ultimo dragón del Mediterráneo” una
especie de segunda parte de “El último pirata del Mediterráneo”. Pero
a diferencia de la obra de Benavides, el último dragón es un trabajo
que cuenta con unos diálogos brillantes y atrevidos, pero es más que
esto... en realidad es una denuncia contra de los mecanismos que
controlan el poder.
Cuando en diciembre de 2003 le pedí a Alberto que escribiera unas líneas sobre Juan
March  para mi página Web, éste aprovecho para arremeter contra Polanco: ‘¿Hay en la
actualidad equivalentes a Juan March? Sí. Y uno de ellos dijo que el gobierno no tenía
cojones para no autorizarle una televisión de pago. No los tuvo y se la concedió’... Pero al
mismo tiempo  denunció también la actitud amnésica del Partido Popular: ‘un portavoz de la
actual mayoría parlamentaria en el Congreso de los Diputados (Luís de Grandes) ha llegado a
considerar un homenaje a las víctimas de la Guerra Civil como “un revival que huele a
naftalina”. Parece que a algunos les gustaría que todos los españoles hubiéramos nacido en la
Transición, sin un pasado que pudiera reprochársenos. Pero el pasado existe y la historia no se
puede ocultar. Y si se oculta es peor, porque se repiten todos sus errores’. 
Es muy probable que una de las primeras inspiraciones para
escribir esta obra la encontrase Alberto en la movida madrileña,
concretamente en el la letra “Adivina, adivinanza”, en la cual el
cantautor Joaquín Sabina, hace referencia  a los famosos puros habanos
de Juan March y en consecuencia al humo que rodeaba
permanentemente a este personaje... es decir, el humo y el fuego que
expulsan los diabólicos dragones de la literatura fantástica:  
“Don Juan March enciende puros con billetes de millón...”.
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