El defecto que no perdonaba era la traición.
Yo suscribo plenamente este sentir de don Juan, aunque claro
está, salvando las distancias, porque en su caso era cuestión de
vida o muerte. Alguien ha comentado erróneamente que el
defecto que no perdonaba don Juan March era el de la envidia,
pero esto es totalmente falso, es más, consideraba que la
envidia era un ingrediente prácticamente imprescindible para
una de las cualidades que más apreciaba: la ambición.
Miguel Monjo Estelrich, sobrino de don Juan March.